lunes, 7 de marzo de 2011

La vida no es montaña, es desierto

¿Cuántas veces has soñado con estar en la cima?
Aquel que escala una montaña tiene una meta fija; llegar a la cima, puede calcular el tiempo necesario y la forma de escalar. Pero el desierto es completamente diferente, ahí todo es inseguro e impredecible. No hay un mapa para el lugar y, si lo hay no servirá de nada cuando se levante una tormenta de arena y cambie todo el relieve. Muchas veces nos soprendemos cuando nos encontramos ante un desierto en nuestras vidas porque perdemos de vista la meta. Sin embargo, el desierto implica un trayecto de vida especial y original en el que Dios nos formará. Él no nos guía hacia la cima que todos desean perseguir; el nos conduce a una vida hermosa y especial cuando nos rendimos en un lugar en el que los planes y las preparaciones humanas son inútiles.

Fuente: "Tiempo con Dios es vida viva" Marzo 2011. pág. 35

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